lunes, 10 de noviembre de 2025

Cuando la desidia vuela más alto que la memoria

 


 En Dic2012, gracias al arduo trabajo de la recordada agrupación Amigos del Museo Nacional de Aeronáutica y a las gestiones realizadas por sus integrantes, el Museo Nacional de Aeronáutica recibió en donación, por parte del Ministerio de Bienestar Social, un Swearingen SA226TC Metro II, un ejemplar que, a pesar de su significativo valor histórico, ha sido víctima de una serie de decisiones desafortunadas. 
    Este avión, que había estado en mantenimiento dentro de las instalaciones de CATA, nunca pudo recibir los trabajos necesarios debido a limitaciones presupuestarias. Con el posterior cierre de los talleres de la compañía, el biturbohélice permaneció almacenado en los hangares de CATA hasta que, mediante gestiones particulares, fue trasladado al hangar 4 del Museo en Abr2013
    El proceso de puesta en valor del aparato era una tarea de gran envergadura, que, como era de esperar, demandaba tiempo. Es importante recordar que la Fuerza Aérea Argentina operó este tipo de aeronaves en misiones sanitarias, pero no preservó ninguna de ellas cuando fueron transferidas al Ejército Argentino en 1991. 
     En su momento, el Metro parecía tener un futuro más prometedor en el Museo, pero con el paso del tiempo y la merma en la agrupación voluntaria que inicialmente se encargó de su restauración, el avión comenzó a deambular sin rumbo fijo por la plataforma de la base.  
    Finalmente, existió la propuesta de destinarlo a fines educativos en el CIATA (Centro de Instrucción de Aeronáuticos y Técnicos Aeronáuticos), aunque en esa misma institución ya se había recibido una aeronave similar de Gendarmería, que fue desguazada sin dejar rastro. Este trágico destino es el reflejo de un desprecio sistemático por la preservación del patrimonio aeronáutico nacional.
    El objetivo de un museo no es almacenar objetos en desuso, sino preservar la memoria colectiva, investigar, interpretar y transmitir el legado cultural a través de piezas que representan nuestra historia. El caso del Metro es un claro ejemplo de lo que sucede cuando se desatiende esta responsabilidad fundamental.
    En 2025, tuve la oportunidad de documentar el estado del Metro (LQ-MLV) a un costado del hangar de Alfo Pignato, donde ya presentaba evidentes signos de vandalismo. Poco después, un amigo me alertó sobre el hecho de que su fuselaje había sido retirado del interior de la base y puesto a la venta por un particular.
    Este avión había sido formalmente incorporado al Museo, y existe documentación que respalda su pertenencia. Sin embargo, hasta el momento, nadie, absolutamente nadie, ha alzado la voz para reclamar por él. Esta falta de interés solo aumenta el desconcierto, pues todo parece indicar que la decisión de retirar el avión del último lugar donde fue reportado fue tomada por el jefe civil del Aeródromo de Morón. Como tantas otras veces, esta situación representa una causa perdida.
    Es lamentable que muchos sigan evocando los días de la Guerra del Atlántico Sur, pero nadie haya tenido la valentía de preservar, siquiera mínimamente, los Boeing 707. No se trata de conservar un fuselaje completo —lo cual requeriría un presupuesto exorbitante— sino de al menos resguardar una cabina. Y, como siempre, la historia se repite: la pérdida del Hércules TC-65, la oscura enajenación del C-47 TC-32, o el absurdo histórico de no haber conservado ni un solo Calquín, aeronaves que representaron un importante hito en la historia de la aviación nacional.
    Es cierto que el espacio en el Museo es limitado, pero diversas escuelas técnicas aeronáuticas estarían dispuestas a recibir aeronaves que serían vitales para la formación de los profesionales del sector. 
    El Metro del Ministerio no era solo un avión, ni un simple conjunto de piezas de aluminio. Era un símbolo de la labor social, recorriendo el país de punta a punta para brindar asistencia y salvar vidas en un país donde la carencia es una constante, aunque muchos intenten ignorarla. Esta aeronave fue parte de una función social de innegable valor en una nación que aún sufre profundas desigualdades.
    Lo cierto es que la falta de visión y el abandono sistemático han sido los responsables de su desaparición. Y la conclusión es contundente: para que alguien haya tenido la oportunidad de adquirirlo, debe haber habido alguien que lo haya comercializado. Entonces, ¿dónde está la documentación que respalde esta operación? Porque no olvidemos que estamos hablando de un bien del Estado. Y en esta historia, no solo alguien lo hizo, sino que también alguien permitió que lo hicieran.
    Mientras tanto, la sociedad aeronáutica argentina vive ajena a lo que sucede. Hoy se pierde un avión y no hay explicación alguna. Lo que más duele no es el hecho en sí, sino la impotencia de ver cómo se acepta, en silencio, un hecho consumado, sin que nadie lo cuestione.
Carlos Abella


Detalle de la aeronave 
* cn. TC-257 Swearingen SA226TC Metro II - FF. Jun78 - N5462M Fairchild Aircraft Corp -registro cancelado 26Sep78-, LV-PAO Ministerio de Acción Social 11Dic78, rr LQ-MLV Dic78. - Almacenado en los hangares de CATA en Morón. Remitiso al MNA. Removido durante 2025 por un partucular.

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